El 26 de enero de 1970 se publicó este mítico álbum, que me atrevería a decir que a muchos nos marcó la existencia para siempre. Fue el quinto y último disco de dos veinteañeros provenientes del extenso distrito de Queens en Nueva York, que en los "sesenta" desarrollaron una de las producciones más brillantes de la música popular estadounidense y por extensión, a nivel internacional. En 1966 llegaron por primera vez al número 1 de las listas musicales con "The Sound of Silence" (El sonido del silencio). Irrumpieron con canciones de mucho éxito popular, melodías en los que se mezclan el folk y el pop, llenas de armonías vocales, mucho lirismo y letras que transmiten un mensaje. Temas muy rítmicos y baladas melancólicas, que hablan de soledad, los viejos amigos o el sueño americano. Antes de que sus desacuerdos los llevaran a la separación y a seguir con sus carreras artísticas en solitario, compusieron este maravilloso álbum, del que se vendieron millones de copias en todo el mundo. Se mantuvo en lo más alto de las listas de éxitos durante más de dos meses y obtuvo cinco premios Grammy en diferentes categorías, entre ellas la de mejor álbum del año. Yo cumplí 14 años en agosto de 1970 y en mis vacaciones de verano de ese año ya había comprado el disco, que escuché una y otra vez solo o en compañía de mis amigos de la pandilla. Lo reproducía en un pequeño tocadiscos (pick-up) portátil a pilas de la marca Philips, cuya tapa hacía de altavoz y que era el que me podía llevar al apartamento de veraneo. Guardo ese álbum original como un incunable, pero de tanto escucharlo y además en tocadiscos de no muy buena calidad, los surcos se fueron desgastando y su audición está llena de ruidos. Así todo, para conmemorar este cincuentenario, lo rescaté de mi discoteca, lo puse en el plato del equipo de música y escuché algunos de los temas embargado por la nostalgia. En la década de los "ochenta", me pude hacer con otro LP reeditado para poder seguir escuchándolo en mejores condiciones. Evidentemente, cuando llegaron los CD busqué cuanto antes este álbum en ese formato, estéticamente menos bonito que los vinilos, pero con un sonido absolutamente limpio. Incluso me hice con otra edición también en formato CD, donde además de los 11 cortes originales, aparecen otros que grabaron Simon & Garfunkel, pero que no fueron incluidos. De esos once temas, unos me gustan más y otros menos, como es natural, pero todos me han acompañado en estas cinco décadas y lo harán hasta el final. Me los se de memoria. El que abre el álbum y le da su título, "Puente sobre aguas turbulentas" es para mi un himno, cuya letra traducida, un inmenso poema, aparece la primera en la columna derecha de este blog. Creo que son piezas igualmente de enorme calidad, "The Boxer" y "The only living boy in New York", que alternan con los más rítmicos y festivos ("Cecilia", "Keep the customer satisfied", "Baby driver" y "Why don't you write me"), para llegar al clásico "Bye Bye Love" de los Everly Brothers, dúo que brilló en los años "cincuenta" y a quien Paul Simon y Art Garfunkel admiraban. La que menos me gusta es "El cóndor pasa", esa incursión que hicieron en el folclore andino y en mi opinión está demasiado choteada, con versiones absolutamente vulgares. Dejo para el final en este comentario, dos auténticas joyas de una enorme delicadeza vocal e instrumental, la fantasía que le dedican al gran arquitecto Frank Lloyd Wright ("So long Frank Lloyd Wright") y el pequeño poema de amor en clave acústica que cierra el disco y que también incluyo traducido en la columna derecha de este blog, "Song for the asking". Auténtica devoción es la que siento por este disco, que constituye sin duda, el disco de mi vida.
La apoteosis de Simon & Garfunkel - Diego A. Manrique - El País 10/03/2004
Bridge over trobled water
Cecilia
So long Frank Lloyd Wright
The Boxer
The only living boy in New York
Bye Bye Love
Song for the asking
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