diego-a-manrique-30-01-11-foto-©PACO-MANZAN |
La canción del verano ya tiene una edad. Según nos cuenta Diego A. Manrique, la inventaron los italianos hace más de cincuenta años. Para construir esta historia, el prestigioso crítico musical se centra en una de las más conocidas canciones veraniegas italianas de principios de los sesenta (siglo XX), Sapore di sale y en su autor y cantante, Gino Paoli. En su versión original, esta canción incluye el saxo del músico de jazz argentino Gato Barbieri y lleva los arreglos orquestales del gran Ennio Morricone, referente como músico de bandas sonoras de película. Así se hacen canciones de verano de calidad y que perduran en el tiempo.
Paoli es uno de los más grandes representantes de la música romántica italiana, autor de numerosas canciones (Il cielo en una stanza, Senza fine) interpretadas por él y por otros cantantes de renombre como Ornella Vanoni o Mina. En las últimas décadas, se ha dedicado a reinterpretar sus canciones al jazz y tengo que decir, que suenan muy bien.
Sabor a mar, sabor a ti
'Sapore di sale’ es el paradigma del género a la italiana, un tesoro
bastante ignorado
Llaman de la radio. Quieren una
pieza, urgente. Se ha matado otro cantante estadounidense; en la Redacción
intuyen no sé qué tipo de maldición afecta a los vocalistas de los noventa, la
generación grunge. “Oye, no lo veo. Linkin Park no era grunge”. Aparte, han
pasado 22 años desde que Kurt Cobain se quitó la vida. Tengo simpatía cero por
los suicidas que dejan niños detrás. Los suicidas que tolero, si vale esa
palabra, son los que fracasan. En julio de 1963, Gino Paoli se pegó un tiro,
apuntando al corazón. La bala, sin embargo, se paró en el pericardio, donde
todavía sigue. Paoli sobrevivió.
Acababa de publicar la que sería
su canción bandera, Sapore di sale. El retrato de un día indolente en la playa,
con chapuzones y besos. De fondo, un pasado arrinconado: “Un gusto un poco
amargo / de cosas perdidas / de cosas dejadas / lejos de nosotros”. Un disco
soberbio, realizado por Ennio Morricone: arreglo anclado por un bajo robusto,
que desemboca en el saxo de Gato Barbieri. ¿Se imaginan lo que pudo ser aquella
sesión?
No, aquella sesión seguramente
fue rutinaria, business as usual en el estudio de RCA. Los italianos inventaron
el concepto comercial de canción del verano. El país experimentaba una
repentina prosperidad y la clase media, con coche propio, exigía vacaciones en
la costa. El paquete completo necesitaba canciones ad hoc.
La genialidad fue añadir drama
competitivo a ese mercado. San Remo funcionaba desde 1951 y sería el modelo a
imitar por los infinitos festivales que surgieron en el Mediterráneo. Pero
además desarrollaron otros expositores. En 1962, el Cantagiro: un certamen
itinerante, a imitación del Giro ciclista. Dos años después, Un disco per
l’estate, programa televisivo donde peleaban las novedades pensadas para el
consumo estival.
Gran negocio. Ya en 1961, se
superó la barrera del millón de copias vendidas de un single, gracias a Legata
a un granello di sabbia, de Nico Fidenco. ¿No les suena? Lo entiendo, aquí
sufrió un veto radiofónico. En el original, se cantaba ti voglio cullare y eso
sugería prácticas indecentes al ansioso oyente español (significa “te quiero
mecer”). Fidenco volvería a arrasar en 1964, gracias a Con te sulla spiaggia.
A día de hoy, puede haber
registradas 30.000 canciones made in Italy que incluyen en su título las
palabras estate (verano), spiaggia (playa), onde (olas) o mare (mar). Una
fascinación iniciada en la era de la Democracia Cristiana. Vean los videos de
la RAI: tanto Paoli como Fidenco estaban alejados del perfil de Romeo, el
primero con gafas culo de vaso y el otro con traje y corbata. Sus acompañantes
llevan vestidos púdicos.
Vida de vértigo
Gino Paoli podía ser demócrata
pero ciertamente no cristiano riguroso. Casado y con un hijo, se enamoró de la
actriz Stefania Sandrelli, entonces menor de edad. Escándalo. Superado por la
presión, Paoli quiso acabar con su vida. Ya sabemos que falló; al año siguiente
tendrían una criatura, Amanda Sandrelli. La relación no prosperó. Gino se
uniría a una diva de la canción, Ornella Vanoni.
Sufrió recriminaciones del
Vaticano, que ya le tenía enfilado por Il cielo in una stanza, enorme éxito
para Mina. La fantasía popular veía en la letra el encuentro entre dos
adúlteros. Paoli debió puntualizar: la inspiración le llegó… en la habitación
de un prostíbulo.
Luego, la vida vertiginosa.
Problemas con drogas y alcohol. Diputado disidente, durante una legislatura,
tras presentarse en las listas del Partido Comunista Italiano. Ya en el presente
siglo, se reinventó con músicos de jazz. La habilidad para explotar su
repertorio explica que sus colegas autores le eligieran presidente del
equivalente italiano de la SGAE. Dimitió en 2015, tras ser acusado de evasión
fiscal.
El de la radio me ha escuchado con paciencia. “Pues
sí, una biografía fascinante pero aquí a nadie le interesa la música italiana.
Céntrate en la maldición del grunge. Prepara un reportaje de tres minutos”.
Vale, pero lo alargaré a 3.30. Justo lo que dura Sapore di sale.
Gino Paoli - Sapore di sale
Gino Paoli - Sapore di sale (versión jazz)
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