Albert Camus por Henri Cartier-Bresson, París, 1944 |
Albert Camus. Un siglo de literatura y compromiso
Leí por primera vez El extranjero cuando cursaba 6º de bachillerato (1971-1972), en una edición argentina, porque en España estuvo prohibida su publicación hasta esos años, por la censura franquista, que consideraba blasfemos a los existencialistas. Unas compañeras del colegio, hermanas, nos lo comentaron en las pausas del recreo, supongo porque estaba en la biblioteca de sus padres y, si no recuerdo mal, llevaron este ejemplar y me lo prestaron. La incipiente inquietud intelectual y la atracción por lo clandestino transformaron la lectura en algo importante. Además, ya uno iba tomando conciencia del compromiso democrático y de la contestación a la dictadura. Ideas, que mi padre, hombre culto autodidacta, gran lector y socialista de convicción, se encargaba de transmitirme dentro de las paredes de mi casa, advirtiéndome que tuviera cuidado de hablar estos temas en la calle para que no me metiera en follones. Más tarde me hice con la edición de Alianza Editorial-Emecé Editores, en la colección "El libro de bolsillo" y lo volví a leer. Me sorprendió su trama y me cautivó esa figura indolente, indiferente y desencantada del protagonista, seguramente no ajena a la personalidad del autor. Me apetecerá leerlo otra vez en estos cortos días otoñales.
Si encuentra tiempo y sosiegom reléalo don Antonio, y reflexione sobre el devenir social del mundo inmediato que nos rodea. Haga un esfuerzo por recordar las sensaciones idealistas de la joven adolescencia, con la experiencia pragmática de su madurez. Someta la confrontación de ambas lecturas, separdas en el tiempo, al "baremo" de la vida, a su baremo individual... y dígame, si es posible con sinceridad, cuánto se siente de "extranjero" en su hábitat.
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