Lo sé. Lo
sé todo. He visto el contenido del disco duro de Bárcenas. Según Lezama Lima
hay árboles que se mueven en la noche, como el ombú en la pampa. Pues así se
desplaza el mayor secreto de España. Circula por la oscuridad, como un
ectoplasma con maletín de gigas, hasta que de repente se expone destripado en
una pantalla imprevisible. Es una presencia fugaz, como un grupo de meteoros
zombis. Está sucediendo en muchas partes. Cuentan que la última vez fue en una
estación pirenaica. El ectoplasma cibernético parece sentir una nostalgia
especial por la alta montaña. Pero el disco fugitivo se deja ver por todas las
esquinas del territorio wifi. ¡Hasta en Gibraltar! A mí me pasó en un ciber de
Vigo. Escribí la palabra fracking y se produjo una especie de explosión sorda
en la cabina. La pantalla se fue a negro, pero se intuía un rumiar de luces en
la sombra, de corriente oculta de la conciencia. De súbito, desde esa
profundidad fugitiva, se abrió el disco duro. Pude ver el contenido. Los
nombres. Las cifras. Tal como vino, se fue. El único resto fue el olor a fósil
corrupto. Comprendí entonces lo que le habían hecho al disco Duro (y a su
colega, el Blando). Les habían aplicado el fracking. Es una forma de extraer
gas perforando la tierra con miles de pozos y reventando las entrañas con
potentísimas inyecciones hidráulicas y un cóctel tóxico. Está de moda, no se
sabe el porqué. O sí. Otra burbuja. España podría ser autosuficiente con las
renovables, paralizada su expansión por el gran lobby energético. Quizá el
interés por el fracking esté en la metáfora. Provocar el vaciado de la sociedad.
Fracking a la justicia, fracking a la cultura, fracking a la universidad, fracking
a la salud, fracking a la memoria democrática. Confío en que los árboles se
muevan en la noche.
Pues efectivamente ¿Nos estarán haciendo un "fracking" sin darnos cuenta o nos estamos dejando?
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