Se apagó la reina de la morriña. Tal vez sea la nesofilia que todos los isleños llevamos dentro. Sinceramente creo que hay algo más. Pienso que no hay lengua más apropiada para expresar la morriña, la saudade, la nostalgia, las penas del alma... que el portugués o el gallego, que vienen a ser lo mismo. Escuchar a esta mujer es sumirse en el sueño del querer dolorido, del sufridor sufrido. Es arrullarse en el dolor sentido y dejarse llevar por el Atlántico hasta los confines de lo desconocido. Es casi morir feliz. Hoy estoy sentimental. Sentimental y escéptico, claro. Con las defensas alertas o lo que es lo mismo, con la sana ironía presta, como defensa. En otras palabras: sentimental y especialmente palmero ¿Acaso no es lo mismo? Un kilómetro de recorrido en silencio, por el viejo y más hermoso San Miguel, dese el Tanatorio a su Iglesia matriz... fue casi como hacerlo escuchando un bolero “por mi viejo San Juan"... Qué experiencia más bonita y conmovedora. Acompañar a doña Elena en ese recorrido fue un regalo, fue su penúltimo regalo. Fue una canción de doña Cesaria. Qué en paz descansen.
Se apagó la reina de la morriña.
ResponderEliminarTal vez sea la nesofilia que todos los isleños llevamos dentro. Sinceramente creo que hay algo más. Pienso que no hay lengua más apropiada para expresar la morriña, la saudade, la nostalgia, las penas del alma... que el portugués o el gallego, que vienen a ser lo mismo. Escuchar a esta mujer es sumirse en el sueño del querer dolorido, del sufridor sufrido. Es arrullarse en el dolor sentido y dejarse llevar por el Atlántico hasta los confines de lo desconocido. Es casi morir feliz.
Hoy estoy sentimental. Sentimental y escéptico, claro. Con las defensas alertas o lo que es lo mismo, con la sana ironía presta, como defensa. En otras palabras: sentimental y especialmente palmero ¿Acaso no es lo mismo?
Un kilómetro de recorrido en silencio, por el viejo y más hermoso San Miguel, dese el Tanatorio a su Iglesia matriz... fue casi como hacerlo escuchando un bolero “por mi viejo San Juan"... Qué experiencia más bonita y conmovedora. Acompañar a doña Elena en ese recorrido fue un regalo, fue su penúltimo regalo. Fue una canción de doña Cesaria. Qué en paz descansen.